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MISIONES JUAN XXIII
Padre José Dimas Soberal Díaz
Director Espiritual Internacional
INTRODUCCIÓN
A continuación exponemos las normas, exigencias y orientaciones generales que observarán los miembros Movimiento Juan XXIII cuando son enviados a participar en cualquier actividad misionera del Movimiento Juan XXIII. Hablamos sobre los Dirigentes y/o Retiristas que van a otra parroquia, diócesis o país a participar, principalmente en Retiros, o dar charlas a Retiristas. En este escrito no hablaremos de las misiones populares que organizan los sacerdotes en sus parroquias o comunidades e invitan a los Retiristas a participar. En las misiones populares se observarán las normas y sugerencias que les señalen los sacerdotes de los lugares en donde se ofrece la misión.
MISIÓN
El Movimiento de los Retiros Parroquiales Juan XXIII es un movimiento para evangelizar. La Misión es parte esencial en la vida del Movimiento y de los Retiristas quienes siempre deben estar dispuestos a ser enviados a participar en misiones. El Dirigente y/o Retirista para ser escogido y enviado a misionar a nombre del Movimiento Juan XXIII debe reunir las siguientes disposiciones espirituales:
1. Humildad y Sencillez
2. Obediencia y Sinceridad
3. Capacidad de Sacrificio
4. Capacidad de Entrega
5. Alegría y Entusiasmo
6. Caridad
7. Misericordia
8. Generosidad
9. Solidaridad
10. Veracidad
11. Espíritu Comunitario
12. Comprensión
13. Limpieza de Corazón
14. Disponibilidad
El Dirigente y/o Retirista del Movimiento Juan XXIII no va en nombre propio, ni a título personal. Es enviado y va a nombre de la Iglesia y como miembro del Movimiento Juan XXIII y es constituido en misionero. Sin este sentido de ser enviado a realizar una misión eclesial, la acción del Retirista sufrirá limitaciones graves y no favorecerá los caminos de la gracia. El sentido de ser Misionero Juan XXIII requiere que el Retirista viva y se sienta muy unido a la Iglesia. Tiene que sentir la Iglesia como algo que le pertenece. Tiene que amar la Iglesia profundamente y estar consciente que va a trabajar para que los Retiristas descubran y perciban esa Iglesia que vive en el corazón del Retirista Misionero.
Aunque haya muchas cosas distintas que se puedan hacer, en ese momento el Misionero Juan XXIII tiene una opción: hará aquello y sólo aquello que le señalen, indiquen o soliciten que haga. Acepte y haga lo que se le encargue, ya sea lo más sencillo como lo más importante o delicado. El éxito del Retiro NO DEPENDE de una persona, sino de la gracia de Dios y de que cada uno haga lo que Dios espera que todos hagan. Es una obra que se realiza en nombre de la Iglesia. El Espíritu Santo es quien dirige, anima y conduce a la Iglesia.
Procurará no tomar iniciativas propias que no le hayan sido pedidas. Tomar iniciativas puede parecer bueno, pero las tareas se hacen en equipo y no son las personas aisladas, sino la Iglesia que es eminentemente comunitaria. En el Retiro Juan XXIII hay una jerarquía o personas designadas y cada persona tiene su función propia.
Procurará hacer las cosas como se hacen en el país, en la diócesis o en la parroquia a donde haya ido a Misionar. Debe poner a un lado la forma y manera como se acostumbra hacer en su lugar de origen. El Misionero Juan XXIII ha sido llamado a prestar un servicio como Jesús, manso y humilde de corazón.
El Misionero Juan XXIII va a integrar un equipo con las personas que le indiquen y no con quien desea trabajar. La unión fraternal y la integración como equipo es esencial para dar buen testimonio de amor. Se va a trabajar como Iglesia. Los miembros de la Iglesia hemos sido llamados por Dios para integrarla. No estamos ahí para hacer nuestra voluntad, sino la obra que Dios Padre desea para que su Hijo Jesucristo sea alabado. Ese era el espíritu que animaba a los cristianos primitivos: Vivían unidos en comunidad (Cfr. Hc. 2, 42-47).
El Misionero Juan XXIII aceptará con gusto y generosidad lo que se le ofrezca tanto para dormir, descansar, comer y beber. Hay que olvidar lo que dejamos en casa para acomodarnos a la gente que le haya recibido y solicitado el servicio. Si no tenemos capacidad de sacrificio seremos una carga para quienes nos han invitado. Jesucristo le dijo al joven que quería seguirle: El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza… Coman y beban lo que les ofrezcan… No tomen nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata, ni tengan dos túnicas cada uno… (Lc. 9, 3; 10, 3).
Durante el tiempo de Misión, no hay tiempo libre. Se toma el descanso necesario, pero se debe estar en el lugar de la Misión y disponible para intervenir en cualquier momento que sea necesario. La presencia y disponibilidad, aunque de hecho no se esté realizando trabajo alguno, será un testimonio elocuente; solidaridad completa y absoluta con los demás miembros del equipo.
Se evitará el comentario que en su parroquia, diócesis o país se hace mejor porque se hace de tal o cual manera. La persona responsable de la Misión es quien dirige y los demás son siervos disponibles. Si hubiera alguna sugerencia, se debe comunicar a la persona que dirige, en forma privada y sencilla, sin imposición y sin mayores comentarios a los demás.
Si entre una y otra Misión hubiera un tiempo libre, entonces, con el permiso y el consentimiento del equipo, se pueden hacer aquellas gestiones nobles, sanas y privadas de cualquier cristiano normal. Se mantendrá comunicación constante con la persona que dirige.
La Misión se realiza en nombre de la Iglesia y con la ayuda de la gracia. El Evangelio es Buena Nueva. El Retirista Juan XXIII necesita ser persona alegre y entusiasta, capaz de contagiar a los demás con sus palabras y con su vida. «De la abundancia del corazón habla la boca.» (Mc 7, 21)
Jesús, con su mirada, cautivó a Zaqueo para que bajara del árbol y llevó esperanza, alegría a los que le escuchaban. El Retirista Juan XXIII, para ser misionero, necesita mirar con los ojos de Cristo y llevar un corazón limpio para infundir y descubrir bondad en su auditorio.
Se utilizará el mejor lenguaje posible. Los chistes de doble sentido y el vocabulario grosero quedan totalmente prohibidos en la Misión. La gente mira, escucha y espera un buen testimonio del Misionero Juan XXIII en sus palabras, en sus gestos y conducta.
Antes de ofrecer su charla, pasará por el Santísimo a prepararse adecuadamente. En la sala jamás ofrecerá chistes groseros, ni ejemplos con doble sentido para hacerse gracioso y captar la benevolencia de los Retiristas. Su exposición será clara, sencilla, con palabras escogidas, nobles, sin tapujos, con firmeza y claridad para hacerse entender.
Terminada su exposición deberá pasar por el Santísimo para agradecer al Señor la ayuda y asistencia recibida durante su charla y rezar por todos los Retiristas. El Retiro Juan XXIII se comienza y se realiza con la exposición del Santísimo para indicar que se trata de una acción misionera bajo la acción de Jesús en el Santísimo Sacramento. Si es importante pasar antes, igualmente es importante agradecer al Señor las bendiciones recibidas y presentar a los Retiristas para interceder por ellos. La vivencia del misterio de la Iglesia, Cuerpo Místico, no se puede dejar de sentir en el Retiro.
El Misionero Juan XXIII observará una conducta cristiana ejemplar al entrar, salir y al pasar ante el Santísimo. Aunque tengamos prisa por alguna razón, pasamos despacio y siempre hacemos bien la genuflexión. Los nuevos Retiristas necesitan aprender cómo se hace la genuflexión. Aunque se lo hayamos dicho, es más importante demostrar nuestro amor, aprecio, estima, cariño y devoción verdadera a Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Tenemos que ser muy consecuentes con la acción para que los nuevos Retiristas descubran que vivimos lo que predicamos. Esta conducta es un ejemplo y, a la vez, es una predicación que los nuevos Retiristas necesitan aprender. Ellos verán como nosotros hacemos. Ellos aprenderán.
Al final del Retiro o de la Misión no se atribuya mérito alguno. Los resultados no dependen de la acción nuestra, sino de la forma en que cada uno de los Retiristas haya respondido a la invitación y a la gracia de Dios. Se trata de un trabajo hecho en equipo, como miembros de la Iglesia y bajo la guía del Espíritu Santo quien reparte las gracias y los dones a quien quiere y como quiere. Nosotros somos siervos inútiles que Dios, a pesar de nuestras flaquezas y debilidades, utiliza para despertar a los hombres a la gracia. Cuando los discípulos regresaron después de su misión y contaron a Jesús todo lo que habían hecho, Jesús les dijo: No se alegren de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en los cielos (Cfr. Lc. 10, 20).