Somos un Movimiento para Evangelizar

Líneas de Espiritualidad en el Movimiento de Retiros Parroquiales Juan XXIII

Por: P. Jose Dimas Soberal, Director Espiritual internacional

1- EL SOPLO DEL ESPÍRITU

La historia de la Iglesia es una sucesión de intervenciones del Espíritu Santo en el interior de las almas y en manifestaciones externas de la “fuerza de salvación” para toda persona. Estas manifestaciones irrumpen a veces en convocatorias evangelizadoras marcando etapas de la vida de la Iglesia. ¿Cómo olvidar la vida eremítica y la monacal, el franciscanismo, los Cursillos de Cristiandad, etc. y, en nuestros días y países, el Movimiento de Retiros de Juan XXIII? Con razón profesamos: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida…”. En estos apuntes pretendemos humildemente ofrecer una breve reflexión sobre la espiritualidad de este Movimiento.

Los Retiros Parroquiales del Movimiento Juan XXIII, nacieron en el fin de semana del 13 al 15 de julio de 1973. Las Casas de Retiro no acogieron su proyecto inicial, porque se trataba de algo desconocido y sin precedentes. Se ofreció el primero en un rancho utilizado para la venta de alimentos de aves. Participaron veinticinco personas jóvenes. Estos Retiros Parroquiales surgieron al amparo de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, en el Bo. Sabana Hoyos de Arecibo.

Es largo el camino de su expansión desde entonces, dentro y fuera de Puerto Rico.

El Retiro de Juan XXIII está pensado como un proceso de evangelización para acoger a las ovejas descarriadas del redil; para buscar a los marginados de la sociedad y a los enredados en las cadenas de los vicios, del materialismo y del hedonismo. Ellos son hijos amados de Dios y son dignos de misericordia: “Tengo otras ovejas que no son de este redil… también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz…” (Jn. 10, 15.16).

Los laicos que acuden se caracterizan, en líneas generales, por haber estado alejados, al margen de la vida eclesial. No se investiga, ni se cuestiona la razón por la cual se han marchado de la Iglesia, o se encuentran viviendo al margen de la ley cristiana. Ellos son invitados, de ordinario, por alguien que ha vivido la misma experiencia; y se renueva el diálogo de Jesús a la pregunta de Juan y Andrés: “Maestro, ¿dónde vives? Vengan y lo verán.” Fueron, pasaron la noche y al otro día se encontraron con Pedro y Santiago y les contaron: “Hemos visto al Mesías” (Cfr. Jn. 1, 38-41).

En el proceso del Retiro se desarrollan los fundamentos bíblicos en todo el mensaje kerigmático y la llamada a la conversión.

El Retiro es un resumen del Kerigma. Concebido en tres esquemas fundamentales: primero un encuentro con uno mismo; segundo un encuentro con Dios (la conversión) y, después, un encuentro con los hermanos. Las pláticas, charlas o temas se ofrecen acompañadas de testimonios personales.

2- MARCO HISTORICO

En la década de los ’70 el mundo registraba cambios profundos y acelerados que incidían fuertemente sobre los juicios, deseos individuales y colectivos de los hombres, sobre sus modos de pensar y comportamientos (Cfr. GS, 4b). En Puerto Rico se pasaba de una sociedad eminentemente agrícola a la industrialización e irrumpía la era de las comunicaciones. Las familias abandonaban el campo para buscar otras fuentes de empleos en las fábricas, empleadoras especialmente de mano femenina. Se construían nuevas vías de comunicación. La radio y la televisión se afianzaban con fuerza avasalladora.

En la Iglesia reinaban los aires frescos del Concilio Vaticano II. En el Decreto sobre el Apostolado de los Seglares se había pedido “un apostolado seglar mucho más intenso y más amplio cuya urgencia es hoy mayor” (AA, 1, b). La “prueba de esta múltiple y urgente necesidad es la acción manifiesta del Espíritu Santo que da hoy a los seglares una conciencia cada día más clara de su propia responsabilidad y los impulsa por todas partes al servicio de Cristo y de la Iglesia” (AA, 1, c).

La Diócesis de Arecibo, eregida en 1960, había generado una pastoral evangelizadora en consonancia con las líneas del Concilio Vaticano II. Los Cursillos de Cristiandad, la Legión de María y otras iniciativas apostólicas habían encontrado terreno apto y acogida eclesial.

3- PROCESO GESTATIVO

La iniciativa de los Retiros de Juan XXIII se maduró aproximadamente en el curso de dos o tres años. No brotó como un movimiento espontáneo, ni carismático, o consecuencia de una ocasional experiencia religiosa o apostólica. Tampoco nació en un escritorio como fruto de la reflexión teológica de un sacerdote estudioso o un pastor solícito. La primera diligencia, con el permiso del párroco, fué visitar a la gente e invitarla a participar en la vida cristiana de la parroquia. Esta campaña misionera no obtuvo los resultados esperados. Luego se realizaron varios retiros de un día. Aunque la gente respondió, no hubo el tiempo suficiente para atender a los serios problemas espirituales que afectaban la vida de las personas participantes.

Se percibió la necesidad de un retiro más amplio con una dinámica intensa que proveyera los espacios y provocara el encuentro con uno mismo, la reconciliación con Dios y con los hermanos, para asentar la vida de gracia antes de la salida del retiro. Aglutinar los componentes necesarios y fuertes para crear un clima de conversión y realizar la primera evangelización de los retiristas, fue todo un proceso.

4- VOCACION CRISTIANA

Dios llama a todos los hombres a participar de la vida cristiana. Es la vocación común que nació en el Bautismo y se consolidó en la Confirmación.

“Todos los fieles de cualquier estado y condición están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad”; “todos los fieles están invitados y deben tender a la santidad y a la perfección en el propio estado” (CL, 16 d).

Dentro de la vocación cristiana los seglares están llamados a lograr su santidad y ejercitar su apostolado en el mundo (AA, 2). El derecho y el deber del seglar al apostolado proceden de su unión con Cristo y de unos dones muy particulares que el Espíritu Santo distribuye a cada uno.

“Laicos son los fieles que buscan el reino de Dios, tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios” (CL., 9b). Los fieles laicos participan, según el modo que les es propio, en el triple oficio –sacerdotal, profético y real- de Jesucristo (Ib. 14b). Esta participación tiene su raíz primera en la unción bautismal y su desarrollo en la confirmación y su cumplimiento y dinámica en la Eucaristía (Ib. 14i). Para la transformación del mundo en una sociedad mejor, los laicos necesitan la gracia de Dios. “Solo con la fidelidad a la gracia es posible abrir en el mundo los caminos de la gracia, en el cumplimiento de los propios deberes familiares, especialmente en la educación de los hijos; en el propio trabajo; en el servicio a la sociedad, en todos los niveles y en todas las formas de compromiso a favor de la justicia, el amor y la paz” (Juan Pablo II, Diccionario de Teología y Espiritualidad, 2007).

5- ESPIRITUALIDAD CRISTIANA

Toda espiritualidad cristiana es seguimiento de Cristo y, como tal, es una. Sin embargo la espiritualidad cristiana es vivida por diferentes personas, en lugares, momentos y modos diversos. El Papa Juan Pablo II habla de esta diversidad en los siguientes términos: “La rica variedad de la Iglesia encuentra su ulterior manifestación dentro de cada uno de los estados de vida. Así dentro del estado de vida laical se dan diversas “vocaciones” o sea, diversos caminos espirituales y apostólicos que afectan a cada uno de los laicos” (CL, 56). La participación en esa novedad de vida, que pasa inevitablemente por la cruz, implica una vida de amor entregada en la fe y en la esperanza; anima toda la vida, y no sólo la interioridad, según el Espíritu. Las obras, oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el reposo espiritual y corporal, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida, si se sobrellevan con fe, se transforman en vida espiritual.

La espiritualidad del laico se basa en el acontecimiento con que Cristo lo hace suyo, lo anima con su espíritu, lo abre a la fe, a la esperanza y a la caridad y lo envía al mundo como presencia de la Iglesia en las realidades de los hombres (NDE, Paulinas, Madrid, 1979, Pág. 800, n. 4).

El proceso de transformación de algunas personas es líneal, sin grandes saltos porque se han criado dentro de la corriente evangelizadora. Aquellos, que por diversas razones se han quedado al margen y fuera de la Iglesia, de pronto, viven momentos significativos que suelen llamarse “encuentros de conversión”. En ese encuentro se da un salto decisivo que impone la entrega incondicional. Dios se sirve de todo para llevarnos a la conversión. El Movimiento de Retiros de Juan XXIII se entronca mayormente en este “momento de gracia”: Oir la voz de Cristo; reconocer su amor, entregarse, dejarse curar por El, experimentar su gracia y la invitación a seguirlo.

6- EL RETIRO DEL MOVIMIENTO JUAN XXIII

En la base del proceso espiritual ordinariamente se encuentran elementos cristológicos, mariológicos, eclesiológicos y pneumatológicos. En las dinámicas y contenidos del Retiro, así como en los recursos y medios después del Retiro, esos elementos resaltan vivamente.

Los momentos espirituales cristólogicos se inspiran en la Parábola del Buen Pastor quien llama, acoge, cura y regenera (Cfr. Jn. 10, 1ss). El Retirista es buscado y convocado por el Buen Pastor a participar en el Retiro, al estilo San Mateo: “Ven, sígueme” (Mc 2, 14). Es sanado de sus heridas como hizo Jesús con el paralítico “¡Animo, hijo, tus pecados son perdonados… toma tu camilla y anda a tu casa..” (Mt. 9. 1-5). Y también como al leproso “Si quieres, puedes curarme….” Extendió la mano y le dijo: “Quiero, queda limpio..” (Mc. 1. 40ss). El Retirista descubre que es acogido como el hijo pródigo (Lc. 15. 11ss). Celebra y hace fiesta por la oveja perdida y encontrada (Lc. 15, 5; Lc 15, 23). En la “meditación de las tres miradas” se siente mirado como Cristo a Mateo para llamarle (Mc. 2, 14); como a Pedro que lo negó; y cuando el gallo cantó, Pedro salió fuera a llorar de arrepentimiento; (Mt. 26, 34); mirado como el buen ladrón en la cruz: “Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu reino… Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 42.43); como la mirada a la Virgen: “Mujer, he ahí a tu hijo… Ahí tienes a tu madre…”(Jn. 19, 26.27).

La fuerza de la Eucaristía y su presencia durante todo el Retiro es un factor determinante. Simultáneamente al Retiro hay dos exposiciones permanentes de Jesús Sacramentado con muchas personas en oración: exposición eucarística junto a la sala, y la exposición eucarística para el “equipo de montaje”. Se suman las oraciones de intercesión que se hacen fuera del recinto en donde se ofrece el retiro.

El Vía-Crucis es otro elemento fuertemente presente. ¿Cuántos vía-crucis son meditados por los Retiristas que no pueden llegar a la casa de Retiro? Muchos… El ejercicio del Vía Crucis es uno de los “sacrificios” que los equipos del Retiro Parroquial Juan XXIII acostumbran hacer mientras se celebra un Retiro. Se establece un lugar en donde se reúne un grupo que sale meditando el Vía Crucis mientras alguno carga la cruz hasta llegar a la Casa de Retiros y entran a la sala. La distancia del recorrido con el Vía Crucis varía de acuerdo a los lugares y costumbres. Si la lluvia, el mal tiempo o las prescripciones civiles o culturales no permiten que se haga en público, sin embargo se hace aunque sea al interior de la misma casa de Retiros.

Los elementos mariológicos están presentes especialmente en las tres miradas, una de las cuales es la de Jesús, en la cruz, a su Madre: “Mujer, he ahí a tu hijo… He ahí a tu Madre..” (Jn. 19, 26.27). El Retiro presenta la imagen de la Virgen María, Madre de la Misericordia, a María refugio de los pecadores, a María consuelo de los afligidos y a María vida y esperanza nuestra. Por eso ¿cuántos Rosarios se rezan durante la celebración del Retiro? Imposible de contarlos… Los Retiristas acostumbran a peregrinar a los Santuarios Marianos para rezar por aquellos que están haciendo su Retiro.

Los elementos eclesiológicos están reflejados en el ambiente exterior que se vive durante el Retiro y se caracteriza por la oración intensa de intercesión de muchas personas. A la oración se suma el sacrificio, la limosna y el ayuno. El “equipo de montaje”, personas que tal vez nunca podrán ofrecer una charla, pero trabajan tres días, se sacrifican, rezan y visitan el Santísimo: ellos viven el Misterio de la Comunión de los Santos y el valor de la oración de intercesión. Más aún, en momentos especiales a la sala entran los “previstos” que son testimonios elocuentes de la oración, sacrificio y penitencia que se está realizando fuera en esos tres días. Las personas que entran a la sala y pasan en los “previstos”, en su inmensa mayoría, tienen alguna relación con aquellos que están viviendo el “retiro”.

En la Clausura, al Retirista se le hacen tres preguntas básicas que reflejan aspectos de la espiritualidad eclesial del Retiro y están en consonancia con el diálogo de Jesús con los apóstoles Juan y Andrés. (Cfr Jn.1,42) “¿Qué experiencia religiosa tuviste en el Retiro?” “¿Qué vas a hacer por Cristo?” “¿Qué le dices a tus familiares?” La experiencia vivida y el testimonio son rasgos característicos de la dinámica espiritual del Retiro y de su consecuente vida.

7- DETALLES DE ESPIRITUALIDAD

En primer lugar se trata de una espiritualidad básica de laicos, que necesitan un largo y fuerte proceso de formación. Los Retiristas, en su inmensa mayoría, proceden de vidas alejadas de la Iglesia y comienzan a profundizar “ la experiencia de su Retiro y a comunicarla a los amigos, a los familiares”.

Se trata de una espiritualidad de la pobreza de espíritu, de los pobres de Yahveh para quienes Jesús tiene su inmensa misericordia. La espiritualidad de quienes necesitan ser iniciados en los misterios de la salvación y guiados por los caminos del Señor (Mt. 9, 12).

Los Retiristas proceden, en la mayoría de los casos, de haber vivido al margen de las fuentes cristianas. Tal vez han sido ricos en la vida material del mundo, pero han abundado más en el campo de los vicios; son pobres en el ámbito de los valores del espíritu. Necesitan la espiritualidad de los niños, de los sencillos, de los pobres. “Gracias, Padre, porque has revelado estas cosas a gente sencilla y humilde…..” (Mt. 11, 25) “Son amados de Dios en su pobreza”. Las bienaventuranzas comienzan por los pobres: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5, 3). Los pobres nos evangelizan… “Si quieres seguirme, vende lo que tienes, da a los pobres y luego ven y sígueme…” (Mt. 19, 21). El mismo Mateo dejó todo para seguir a Jesús (Mt. 9, 9).

Los Retiristas se caracterizan por su disponibilidad, entusiasmo y confianza junto con grandes deseos de progresar. Viven hambrientos de la Palabra de Dios: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4, 4) y con ilusión de hacer algo por sus semejantes, como los cristianos de la comunidad primitiva (Cfr. Hc. 2, 47).

Desean dar gratis, lo que gratis han recibido. Se presentan con grandes inclinaciones para el apostolado social porque ven cumplirse en ellos las palabras de Jesús, recogidas en el evangelio de Mateo: “Vengan, benditos de mi Padre, al cielo que les tengo preparado, porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estuve desnudo y me vistieron; preso, enfermo y me fueron a ver… Cada vez que lo hicieron con uno de estos míos más pequeños, conmigo lo hicieron…” (Cfr. Mt. 25, 34ss).

Se sienten como los enviados por Juan que regresaron con el mensaje de Jesús: “Vayan y digan a Juan lo que han visto y oído…” (Lc.7, 22ss). Los sanados por Jesús volvían a sus casas alabando y glorificando a Dios (Lc.8 39), como el leproso curado que tanto habló que la gente acudía de todas partes buscando a Jesús (Mc. 1, 45).

8- RECURSOS, MEDIOS

Concluídas las jornadas del Retiro, se inicia un largo camino detrás de Cristo, en lucha contra el espíritu del mal y en esfuerzo de consolidación y crecimiento espiritual y apostólico. El Retirista tiene varios recursos y medios para canalizar, orientar y profundizar su vida de gracia.

a) La Clausura

El Retirista inicia su caminar a partir de la Clausura de su Retiro. Durante tres días ha vivido separado del ambiente y en ese momento comienza su reinstalación en el mundo. La Clausura es el primer momento fuerte de encuentro con la vida de una Iglesia de la cual estuvo alejado por un tiempo; momento que debe revivir periódicamente participando en otras “clausuras” de Retiros. El ambiente, las palabras y los testimonios de sus propios compañeros en la Clausura servirán para alentar su “conversión”. La presencia de sus familiares, de sus padrinos y de todos aquellos que le impulsaron a participar en el Retiro, será otro punto determinante. La Clausura posibilita vivir un momento de alegría, de entusiasmo y de espíritu eclesial, diocesano y comunitario.

b) Reuniones Semanales

Se ofrecen dos reuniones semanales: una a nivel diocesano para los Dirigentes que quieren prepararse para llevar adelante el Movimiento; y, la más importante y básica, la reunión parroquial que es para todos. Este encuentro en la parroquia es la clave principal para canalizar el “proceso de conversión” iniciado en el Retiro. El Retirista nuevo necesita ser acogido por el padrino que lo llevó al Retiro; necesita ser presentado a todos los hermanos retiristas y ser reconocido y acogido por éstos; necesita ser presentado y acogido por el sacerdote, director espiritual del grupo. Esta primera presentación y acogida parroquial significa un segundo punto de referencia espiritual después de la experiencia de su Retiro.

El encuentro con los hermanos inicia su inserción en la vida parroquial, en la vida eclesial. Este es un elemento eclesiológico fundamental en la espiritualidad del Movimiento Juan XXIII. Se hacen retiros para insertar en la vida de la comunidad parroquial aquellos que un día estuvieron al margen de la misma. Para la mayoría de los Retiristas estas son realidades nuevas y desconocidas. Ante lo nuevo y desconocido el hombre presenta resistencia y reserva natural. El Retirista necesita ayuda para superar ambos escollos. Los programas de “iniciación cristiana” y catecumenados de la Iglesia se abren para el Retirista novel y los Pastores como oportunidades excelentes y bien programadas a las diversas condiciones. Este es un terreno no aprovechado aún con suficiencia.

c) Oración y Acción Apostólica

La oración en la vida del Retirista es necesaria, fundamental y progresiva. La oración es expresión de origen pneumatológico. Así como el Espíritu asistió a Jesús en el desierto, en forma similar acompaña al Retirista en su caminar por el desierto de la vida (Mt. 4,1; Mc. 1,12; Lc. 4,1). Al salir del Retiro necesita ayuda, orientación y acompañamiento para que comience a llevar una vida de oración personal. “Cuando venga el Espíritu de la verdad, les conducirá a la verdad completa” (Jn. 16, 13). Se le sugiere que comience rezando las oraciones que haya aprendido de niño, tal vez. Se le recomienda que aprenda a rezar el Rosario a la Virgen María. Los grupos parroquiales serán responsables de ayudarle a crecer en la vida de oración. Puede aprender a introducirse en una oración de alabanza, de agradecimiento, de meditación, leyendo partes breves de los Evangelios y meditando la vida de Jesús. ¡Ojalá haya quien lo conduzca al gozoso sistema de la “lectio divina”!

El “padrino” o los compañeros del grupo parroquial enseñan y ensayan al Retirista en la participación activa en la liturgia. El envolvimiento en los coros parroquiales y en otros oficios dentro de las celebraciones según las capacidades y el interés, etc., ambienta el espíritu del Retirista para una profunda vivencia con el Señor.

Los Retiristas, según van progresando, toman como propio el servicio de las necesidades de la comunidad parroquial. Se aprende con la experiencia y en la acción se conoce más a la gente y se envuelve mejor en el “ser Iglesia”. Toma parte en los apostolados; participa en la catequesis de adultos, lleva niños a la catequesis y acompaña a su grupo en acciones caritativas a favor de los necesitados. Colabora con el sacerdote, director o responsable del grupo; participa en los trabajos que sean necesarios. No tienen que ser necesariamente iniciativas de los “Retiristas”; puede unirse a cualquier otro grupo parroquial: importa “hacer Iglesia”, ser parte viva de la comunidad parroquial y construir la Iglesia desde el interior, desde los cimientos. Siempre obediente a la autoridad parroquial y buscando el mejor provecho de los demás, crece y madura su espíritu de apóstol.

d) Las Prácticas Espirituales

El Retirista para su crecimiento en la vida de gracia y su fortalecimiento apostólico necesita nutrirse de acreditadas fuentes de espiritualidad. Han de enfatizarse en su vida de devoción los motivos cristológicos, mariológicos, pneumatológicos y la comunión de los Santos. En este ámbito debe organizarse un cultivo de vida sacramental, con la Eucaristía, la Confesión y la Dirección Espiritual.

El Movimiento Juan XXIII recomienda y propone tres prácticas sin excluir otras abundantes fuentes de espiritualidad.

– La Visita a Jesús Sacramentado

Mientras se celebra un Retiro, el Santísimo Sacramento está expuesto; y es mucha la gente que pasa a rezar delante de Jesús en la Eucaristía. Muchos Retiristas, por diversas razones, no pueden comulgar; sin embargo, no dejan de visitar a Jesús en el Sagrario y pasan largas horas en adoración y en oración de intercesión. La presencia Eucarística de Jesús es vital para los Retiristas “Vengan a mí todos los que están agobiados y cansados y yo les aliviaré…” (Mt. 11, 28-30). Ahí se recibe la fuerza para la lucha; el consuelo en la tristeza; la luz para seguir buscando y la esperanza para reunirnos un día con El en el cielo.

– Ejercicio del Vía Crucis

La espiritualidad cristiana significa seguir a Cristo y no hay mejor meditación y contemplación que el Vía Crucis. Se pondera el amor y sacrificio de Cristo. Se mira la maldad del pecado; la fuerza de la reconciliación y la nueva vida que nos viene de Jesús. Esta devoción es parte fundamental en la espiritualidad de los Retiristas. Se sigue a Cristo y a éste crucificado, en todo el proceso, durante y después del Retiro (Cfr. 1Cor. 2, 2).

– La Devoción a la Virgen

La Devoción a la Virgen María, sobre todo a la Virgen del Carmen, representa un aspecto mariano fundamental en la vida del cristiano. El primer retiro coincidió con la fiesta de la Virgen del Carmen; y desde entonces se la ha proclamado como la Patrona de los Retiros Parroquiales Juan XXIII. La devoción y el rezo del Santo Rosario es muy propia de la espiritualidad seglar. Durante los Retiros son muchísimas las personas que devotamente rezan el Santo Rosario y peregrinan a los santuarios marianos.

e) San Francisco de Asís

Era Viernes Santo. La lluvia impidió que las procesiones salieran. El Sr. Nelson Rivera, fundador, estaba en su casa meditando frente a la imagen de San Francisco de Asís. Se acordó de las palabras dichas al santo: “reconstruye mi Iglesia”. En aquel Viernes Santo el Sr. Nelson Rivera tomó la decisión para hablar a su párroco sobre el proyecto de los Retiros de Juan XXIII. Desde esa fecha la figura espiritual de San Francisco inspira la actitud eclesial del Retirista.

f) Beato Juan XXIII

Este Movimiento de Retiros se llamó originalmente de “Parroquia Nuestra Señora de Fátima”. Al trascender los límites de una parroquia y por indicación de Mons. Miguel Rodríguez, C.SS.R., Obispo de la Diócesis de Arecibo, el Sr. Nelson Rivera escogió la denominación del “Papa Bueno”, Juan XXIII, como titular de estos Retiros. Se aceptó no sólo el nombre, sino el mensaje de su personalidad en la Iglesia: sencillez de presentación, relativización del interés por las riquezas del mundo y de los signos de poder. Introdujo una manera nueva de cercanía y de servicio en la Iglesia: visitó los barrios pobres de Roma, hospitales, las cárceles, a los moribundos…. El Papa Juan XXIII acuñó el tema “Iglesia de los pobres”.

Los Retiristas se esfuerzan en acoger con gozo la mansedumbre y bondad del Beato Juan XXIII; y son ellas las características y virtudes que se propagan con fuerza entre los Retiristas, para devolverle a la Iglesia un rostro nuevo, más humano y atractivo para los que buscan la paz, la dignidad y la misericordia.

Como síntesis y modelo de todo este cultivo espiritual el Retirista invoca la protección del hoy Beato Juan XXIII.

9- AMOR, ENTREGA Y SACRIFICIO

Estas palabras son el lema y el espíritu que debe animar la vida de los Retiristas. Señalan un estilo, un espíritu y una fuerza con profundas raíces bíblicas, teológicas y pastorales. Sería deseable desarrollar una teología pastoral y espiritual con este lema. Más que una teoría es una vida. La parábola del Buen Pastor (Jn. 10, 1-18) sirve de referencia y explicación de estos términos…..

10- ESPIRITU DEL MOVIMIENTO

El Movimiento Retiros Parroquiales Juan XXIII está pensado en sentido misionero, enviado y dotado con la fuerza del Espíritu. “Tengo otras ovejas que no son de este redil….” (Jn. 10, 16). “Vayan por todo el mundo, proclamen el Evangelio, enseñen a guardar todo lo que yo les he mandado…” (Cfr. Mt. 28, 19). Van a buscar a la oveja perdida de la cual nos habla el Buen Pastor, para que vuelva a su redil (Cfr. Jn. 10, 16).

La espiritualidad del misionero es ser enviado a buscar las ovejas perdidas, los alejados, marginados… porque: “La mies es mucha y los operarios son pocos….” (Mt. 9, 37). A pesar de los sacrificios, apostolados y esfuerzos, cada día son más los alejados…; queda mucho por hacer.

La espiritualidad del Movimiento ayuda al Retirista a “sentir con la Iglesia” y sentir la Iglesia como algo propio. Esta espiritualidad misionera se alimenta de la Palabra de Dios y se nutre de la Eucaristía. Los santos patronos, San Francisco y el Beato Juan XXIII impulsan y cualifican este sentido misionero.

11- INSERCION PARROQUIAL

La Parroquia es la comunidad de fieles que forman parte de la Iglesia Particular diocesana, en donde se celebran los misterios de salvación y se ofrecen los servicios comunitarios de evangelización en torno al Sacerdote colaborador del Obispo e imagen del Buen Pastor. Destaca su carácter comunitario pastoral y su servicio en comunión con la Iglesia Particular y Universal.

El Movimiento está pensado para buscar a los alejados y traerlos para que se inserten en la Parroquia. El Movimiento no trabaja para sí mismo. Se pone a la disposición de los sacerdotes en las Parroquias. La reunión semanal en la Parroquia sirve para que los nuevos Retiristas se integren y formen parte de las fuerzas vivas de la Parroquia. Necesitan ser acogidos por los hermanos que los enviaron al Retiro y ayudarlos en su nuevo caminar. Los Directores Espirituales de los Retiristas deben recordar que éstos vienen de muchas experiencias tristes en el mundo y apenas han comenzado a romper las ataduras de los vicios y atractivos malsanos de la sociedad. Necesitan apoyo, orientación y acompañamiento en su nuevo caminar. Sus capacidades y dones han estado al servicio de otros intereses y ahora deberán ser reorientados en provecho del prójimo. Se debe usar mucha misericordia y comprensión, hasta que ellos vayan encontrando su espacio, seguridad y experiencia en las tareas pastorales que son nuevas para los Retiristas recién llegados. A veces desconocen las posibilidades y más aún las mismas formas de participación tanto en la Eucaristía y en los demás sacramentos como en las mismas actividades pastorales comunes. Necesitan un proceso catecumenal de iniciación cristiana adulta.

12- ESPIRITUALIDAD NO ACABADA

Estas reflexiones son unas breves líneas teológicas de espiritualidad, generales y sencillas. Es una humilde aproximación. El tema es amplio. Necesita pensarse y repensarse. El Movimiento es una vida que va configurándose cada día en su expansión dentro y fuera de Puerto Rico. No se ha agotado la reflexión y menos la vivencia de los Retiristas. Los Retiristas del Movimiento Juan XXIII con su testimonio y ejemplo, siguiendo las huellas de Jesús y procurando ayudar al prójimo, van trazando rutas de una vida nueva. El tiempo ayudará a madurar la reflexión. El presente aporte se ofrece con humildad para que sea analizado y revisado. Queda abierto a toda sugerencia, observación y recomendación. El tiempo, la oración, la reflexión y la comunicación fraternal servirán para descubrir la riqueza y profundidad de una espiritualidad de entrega que no está aún acabada.

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